Tiempo y compás

A veces echo de menos el caos.
Entregarme a su desorden mayúsculo
sin intentar resolverlo.
Disfrutar de la entropía
y confiar en la posibilidad
de un mañana redentor
que nada tiene que ver con Dios.
Ahora que toca aceptar que la juventud
se asoma al ocaso,
que es absceso y necrosis,
que ya casí la conjugo en pasado
y solo por momentos soy capaz de sostenerla
entre mis dedos,
como las fotos de aquel tiempo.
Es justo ahora cuando echo de menos su belleza
y me encabrono,
consciente de que se va con otra, con otros.
Pero también cuando me digo
que no caeré en la trampa,
de negar aquellos años,
y convertirlos en pretexto
para dejar de vivir apasionadamente.
Que sabré ser digno heredero,
de su inspiración y su locura.
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