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DELIRIOS DE flaqueza

Paredes de cartón

Paredes de cartón A veces me mezclo entre las verdades a medias que sujetan la vida de aquellos que tienen por cielo el techo y por compañía el infortunio.

Aquellos que bajo un sombrero de paja se sientan cada mañana al sol en los bancos de las plazas, con el sonido de una radio que nunca acaba de sintonizarse del todo bien.

Son los perdedores que asumieron con orgullo la derrota y prefirieron vivir bajo los puentes antes que saltar desde su cima. A los que les encontró una aguja cuando buscaban un pajar y se montaron a los lomos de un caballo que no iba a ninguna parte. Los que se quedaron dormidos en el fondo de la botella y prefirieron seguir durmiendo. Los inmigrantes que cruzaron un mar infinito y ahora se ahogan en nuestros charcos de indiferencia. Son las putas que con 12 años jugaban a ser princesas, sin saber que años después no les quedaría otra que hacerse por ellas en el asiento trasero de un Mercedes.

Aun así algunos de ellos sonríen, mientras empresarios vestidos de Armani hacen sonar furiosos sus bocinas en la hora punta de la tarde, y se acercan con respeto a nosotros a impartirnos las lecciones de filosofía que nunca se enseñaron en la escuela. Muchos saben más que los que saben más por viejos que por diablos, porque sin ser ni viejos ni diablos, descubrieron que a veces el sentido de la vida es que nunca tuvo ningún sentido vivirla sometidos a las reglas de esta partida, en la que los que nacen sin nada quedan atrapados parasiempre en la casilla de salida.

Como ya digo, a veces me paro a escuchar a aquellos Bukowskis de media barba que se acercan pidiendo cigarrillos a asustadizas universitarias, que se estremecen por esas miradas de los que se quedaron varados en la orilla contemplando como sigue girando el mundo en una dirección tan absurda, y que en un cambio de rail dejo sentados en el banquillo a los que alimentan las palomas después de orinar en los portales.

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