Amistad kilometral
A menudo,
nuestra amistad radica
en no comernos las pollas.
En no necesitarlo.
Eso lo hace más auténtica
y menos dependiente que ninguna.
Aun así,
ahora que languidece el presente
echo de menos más que nunca a esos cabrones.
Enfrentados con el mundo,
con esa cara de pocos amigos
que tienen los perros viejos andaluces.
Escrutando en el fracaso,
un atisbo de victoria original.
En la afrenta común de siempre
de sobrevivirle a la vida con descaro.
En el anhelo de driblar al destino
con un gesto de calidad en el último minuto..
Por eso cuando me despedí de ellos les dije:
"sobran las palabras".
Y me fui.
Pero tambien por eso hoy echo en falta
esos abrazos que me convierten en un tipo duro.
Y el volver a burlarnos juntos
del orden azaroso de las cosas,
y hasta de la más impávida tristeza.
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