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DELIRIOS DE flaqueza

Something else

Something else

El muy cabrón, con sus piezas de contrabando
y su boquilla blanca tornada en azul por un extraño
proceso químico resultante de la mezcla
de saliva y cocaina.
O eso cuentan al menos, y a mi me apetece creermelo.
Dispuesto siempre a hacernos salvar de todos los males,
al menos a invitarnos a encontrar ese punto de dulzura
que existe cuando estas dispuesto a saborear incluso
a que sabe tu propia caida, en ese loco afan
por amortiguar las penas con el paladar. Con el oido.
Con su solo de trompeta que no respeta los tiempos
pero que se hace respetar a si mismo. Que hijo de puta.

Y que vergüenza que sentirias hoy en dia Miles,
si escucharas como se reproducen tus standars
en los clubes de Jazz de las grandes ciudades
que apestan a orondos empresarios engalonados
con trajes italianos y alguna fulana rubia
de doscientos euros la noche, como complemento.
En los cuales, no me detendre, por temor a la nausea.

"El elitismo Miles. El puto elitismo.
Y a cuatro euros el tercio de cerveza"

Dieciocho años tenias, recien quemada la etapa de instituto,
y fuiste a dar por casualidad con una banda de músicos
que andaban dando unos cuantos bolos por tu ciudad.
Te invitaron a unirte a la fiesta, a moldear el aire,
con tu inseparable herramienta de metal curvado bajo el brazo.
¿Como debio de ser aquello, eh cabrón?
Con aquellos miembros de una banda de Jazz del monton
que apenas tenian donde caerse muertos,
y entre los cuales se hallaban un par de tipejos
que se hacian llamar Charlie y Dizzy. Parker y Gillespie.
Pero que empezaban a darse a conocer con un ritmo acelerado.
Bebop lo llamaban. Y mira que a mi nunca me acabo por cautivar.

Luego vinieron el caballo y la fama.
Pero supiste saltar de la montura a tiempo.
Despues ya llego Coltrane, todo lo demás,
y time after time, hasta el final...


Pero bueno, el tema es que la otra noche,
en uno de los pocos antros que aun quedan en pie por aqui,
de los que huelen a humo rancio, y jazz añejo,
con una tarima de madera desvencijada, de casi medio metro,
y un piano de cola de los que restauran exyonkis arrepentidos
en uno de los dos talleres de desintoxicación del barrio...

La otra noche te encontre, en aquel antro,
junto a un sesenton con barba blanca que miraba al techo
cuando golpeaba con una fuerza mesurada sus baquetas,
detrás de un argentino que se burlaba de la precocidad de su calvicie
cada vez que hacia sonar entre los dedos su clarinete plateado,
acompañado de otros tres excombatientes refugiados
en un saxo tenor, una epiphone negra y un enorme contrabajo.
Ahi estabas tú, trás tus voluminosas gafas de sol que usas
para que nadie se aventure a buscar en tus púpilas, la proxima nota.

Y ahi estaba yo. Escuchandote. Alrededor de la medianoche.
Sentado en una esquina, en mi trinchera de botellines vacios,
pisoteando ritmicamente mis penas con el pie derecho,
al tiempo que una chica de tez morena envuelta en un vestido blanco,
me pedia, gesticulando, desde el suelo, que le alcanzara el cenicero...

"Mira, ese de ahí es Miles Davis, y decian que estaba muerto"

Ella sonrio cómplice, agarrando con delicadeza el cenicero,
y en voz baja, mirando hacia delante, acerto a decir:

"Pues si... y decian que estaba muerto"

Y la música entonces, siguio sonando...

Time after time, if you fall I will catch you I´ll be waiting, time after time...

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