A fin de cuentas
Padezco hoy
un estatismo inquietante,
una contradicción
que
siempre cae de canto,
un diagnóstico
más reservado que nunca
desprecio
el ilusionismo por receta,
la de todos
esos prestidigitadores
que desde su atril
disfrazan de primaveras
los otoños que se esconden
en la manga
empatizo mejor con
esas liebres
atrapadas tras la escena,
que no distinguen los martes
de los viernes
y se entregan a fornicios de chistera
me digo a mi mismo,
que esto va de pragmatismos
que debería aprender
a conjugar las recaidas
con el equilibrio,
pero
me vengo abajo a la media hora
y cambio de estrategia
por temor a la medianoche
así que me presto
a las respuestas fáciles,
al mutismo ajeno y a la codeína,
a reprogramar mi alma
en modo verbena
a mantenerme
a fin de cuentas,
lejos
del alcance de
mis propias balas
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